Me tocó dos veces seguidas en la rodilla con su pequeño puño, como si llamara a una puerta, y esperó. Hice a un lado el libro que paseaba entre las manos y le miré. Me acercó despacio el pequeño elefantito verde que transportaba entre los brazos de la misma forma en la que se coge a los bebés. Le habíamos cosido un mal disimulado parche en una de sus patas hacía unas semanas, pues el esponjoso contenido parecía querer rebosársele y de nuevo, algo ocurría con el inerte animal verde.
El pequeño me tocó en la pierna otra vez y me rogó con los ojos que lo cogiera en brazos. Lo alcé del suelo y se agarró a mis manos, suplicando. Nos acariciamos el pelo mutuamente, como un intenso ritual, transmitiendo pensamientos. Ahora mi mano olía a yogur de fresa y a miel, y su pequeña naricita se coloreaba del rosado de sus mejillas, a la vez que yo le sonreía.
Llevaba el peto mal abrochado y uno de sus tirantes colgaba tras su espalda, revoltoso. Compuse su vestimenta con calma, mientras él analizaba todos los movimientos de mis manos. Se estiró, aún sentado en mis rodillas, y me tocó otra vez, ahora en la cara. Entendí su apremio y me dirigí al elefantito verde que yacía boca abajo en el sofá. Uno de los botones que componían su mirada se vio vencido por la gravedad y amenazaba seriamente con desprenderse del resto del cuerpo para siempre.
Seguía aún sentado en mis rodillas a la vez que cosía. Estaba muy quieto y contenía la respiración. Su pelo emitía destellos rubios mientras yo apoyaba la barbilla dulcemente en su cabeza, aspirando su olor cambiante, ahora mezcla de canela y azahar. Le devolví el elefante con cuidado y los dos nos recostamos hacia atrás en el asiento, liberados tras resolver con éxito aparente la animal urgencia.
Mientras se quedaba dormido en mis brazos, los ojos azabache del elefantito le delataron. En su brillo reflejaba una lágrima del niño que sufría por la enfermedad de su pobre animal. Le sequé los mofletes aún cuando cabeceaba adormilado agarrado a mi jersey, apretando fuerte el elefante contra su corazoncito...
El pequeño me tocó en la pierna otra vez y me rogó con los ojos que lo cogiera en brazos. Lo alcé del suelo y se agarró a mis manos, suplicando. Nos acariciamos el pelo mutuamente, como un intenso ritual, transmitiendo pensamientos. Ahora mi mano olía a yogur de fresa y a miel, y su pequeña naricita se coloreaba del rosado de sus mejillas, a la vez que yo le sonreía.
Llevaba el peto mal abrochado y uno de sus tirantes colgaba tras su espalda, revoltoso. Compuse su vestimenta con calma, mientras él analizaba todos los movimientos de mis manos. Se estiró, aún sentado en mis rodillas, y me tocó otra vez, ahora en la cara. Entendí su apremio y me dirigí al elefantito verde que yacía boca abajo en el sofá. Uno de los botones que componían su mirada se vio vencido por la gravedad y amenazaba seriamente con desprenderse del resto del cuerpo para siempre.
Seguía aún sentado en mis rodillas a la vez que cosía. Estaba muy quieto y contenía la respiración. Su pelo emitía destellos rubios mientras yo apoyaba la barbilla dulcemente en su cabeza, aspirando su olor cambiante, ahora mezcla de canela y azahar. Le devolví el elefante con cuidado y los dos nos recostamos hacia atrás en el asiento, liberados tras resolver con éxito aparente la animal urgencia.
Mientras se quedaba dormido en mis brazos, los ojos azabache del elefantito le delataron. En su brillo reflejaba una lágrima del niño que sufría por la enfermedad de su pobre animal. Le sequé los mofletes aún cuando cabeceaba adormilado agarrado a mi jersey, apretando fuerte el elefante contra su corazoncito...
38 comentarios:
Te lo digo bajito..como tu dices: ternura en estado puro tus palabras, me devolviste al paraíso de mi cama, en la qu cabíamos solo mi oso de trapo y yo (con mis cinco añitos)...
una delicia leerte
un beso
Qué tierno.
¡Que sepas que te sigo leyendo!
Que estés bien, bonita!! :)
no voy a mentirte.
te dejo siempre para el final..
¿yete lo había dicho?
me gusta quedarme con este sabor ' a ti ' en mi boca..
me quedo con tu historia en mi paladar, con la sal de esa lágrima al borde de mis labios.. y ese elefantito.. rondándome la estancia.
creo que eres increiblemente maravillosa.
te lo juro.
me encanta como escribes.
un abrazo guapa.
Aaaaayyyy... cuánta ternura desprende esta historia! Los niños, sus sentimientos siempre tan nobles e intensos... y tu manera de plasmarlos en un texto precioso...
Besos, guapa.
Tanta ternura me derrite... me baja las defensas.. me pone vulnerable...
Un texto lleno de afectos, de ternura y de amabilidad.
Una delicia.
Un abrazo grande.
hasta yo ya huelo todos esos olores q dscribiste....
demasiado real,ufffff
Hay mi Dios!!
Me has emocionado..
tengo una cosita en la garganta huy de mi..
precioso post.
tan tierno, tan familiar.
me encantó..
Hee..Que pases un buen fin de semana.. un abrazote.
cuánta sensibilidad, ternura...infancia y delicadeza. Gran relato.
BESOS
worale
que bonito
:D
muy tiernecillo
hace milenios que no escribo asi, antes solia hacerlo pero pues...ya no
bueno, te dejo mis saludos desde Durango Mexico
byE
Me gusto mucho el blog, voy a seguir leyendote.
A Cat le gusta tu elefante verde. Dice que lo llevaría con Elefantito de paseo.
un miau en una pompa de jabón para ti :)
Recuerdos de la infancia que por una palabra, un sabor, un olor, despiertan de nuevo en nuestra imaginación. Hoy invocaste tú el hechizo, con tu bella historia, tan tierna y tan dulce. Eres muy grande, amiga. Nada mejor que leerte para comenzar el día. Un beso y que te vaya bonito. Hasta pronto.
Es hermoso! Muy tierno *0*
Me enamoré.
Beso (:
Quiero ser un elefante y ser verde y me cojan en brazos y vestir de tirantes x)
Regresé, linda.. cuídate.
que dulce :)
uno extrañaba estos textos tan deliciosos y sabrosos....
el título es bonito
aunuqe sea en ingles jijij
voy a tus otros blogs
a este volvere
Simplemente delicioso...
Tierno (=
¿Habrá niños tan afortunados que puedan escuchar este cuento antes de dormirse? Más allá de las metáforas que entraña, es realmente delicioso.
Te releo y te vuelvo a releer... Me continua fascinando tu rincon...
besotes de esta peke.
pd: te espero como siempre por mi rincon con tu taza de cafe, si gustas...
Sentí la necesidad de acariciarle el pelo hasta que se duerma.
GRACIAS POR TUS ÁNIMOS Y POR TU ELEFANTITO QUE ME LLENÓ DE PLACER AL LEERTE.
UN AMIGO QUE TE DA UN ABRAZO FUERTE Y UNA REVERENCIA AL DESPEDIRSE. PRONTO VOLVERE A ESCRIBIR.
GRACIAS, AMIGA
Escribes muy bien!
Preciosa la entrada.
Que tengas una semana maravillosa.
Un abrazo
Mucha suerte con los exámenes y no te preocupes por nada. Conmigo no tienes que disculparte. Ya te considero mi amiga, más allá de visitas o comentarios. Espero que puedas rematar bien los estudios, para que disfrutes del veranito. Seguro que es así, pues tú vales mucho. Ya me contarás. Muchas gracias por felicitarme. Me hizo ilusión verte por mi fiesta. Espero esos 31 besos. Je, je, je. Cuídate mucho. Hasta pronto, guapa.
Añorando tu lluvia de palabras, aunque ya no sea Noviembre. Besos.
Gracias por tu comentario en la blogoteca :)
Oh! que bonita historia...cargada de ternura. un abrazo
Simplemente me encanto!
Un besito enoooorme,Buena semana♥
Querida amiga, un cúmulo de sutilezas tu escrito. Bello. Muy, muy bello.
Recibe mis saludos, y gracias siempre por pasarte por mi casa.
Rezuma ternura. Un encanto.
Saludos.
Te pido que vengas a dejar una rosa en mi blog para la madre de Noray..
Gracias siempre.
Un abrazo.
A Cat le gusta tu elefantito. Le recuerda al suyo, pero en otro color.
un miau de octubre :)
Que bello sentir y que inteligencia,,,,
Besotes de esta peke.
pd. te espero como siempre con tu taza de cafe por mi rincon, si gustas..
Algunos meses atrás, participaste en la creación conjunta de un escrito.
Hoy quiero que repitamos la experiencia, la unión-conexión de diversas voces.
Te invito a formar parte de los co-autores de este escrito.
Un beso,
Pablo
No me sienta bien leer estas cosas: por poco me he hechado a llorar (en serio). Que recuerdos de mis queridos peluches me has despertado...
Saludos!!
ainx, adoro los elefantes :D no se q es mas dulce, si el niño o tu visión de él :)
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